ARTÍCULO APARECIDO EN EL DIARIO “LA NACIÓN” DE BUENOS AIRES, EL 16 DE NOVIEMBRE DE 2010
¿Porqué hay personas que son más creativas que otras, que poseen más imaginación, que solucionan sus problemas más fácilmente, que parecen más inteligentes? “Es una pregunta que se suele escuchar habitualmente, sin embargo, suponer que se debe a que poseen más talento, sería una forma simple de esquivar el tema. La respuesta correcta, a nuestro entender, es que hacen un diferente manejo de la mente. Que escapan de la jaula del pensamiento cotidiano, verbal, no califican, no nombran, no traducen a palabras lo que les pasa. Y cuando logran hacerlo, descubren, como el canario liberado, que existe espacio, aire y todo un mundo más allá de los barrotes de las palabras que lo encerraban”, reflexiona el doctor Osvaldo Loisi, estudioso del I Ching, el mítico libro de las mutaciones, y autor de una versión que lleva por subtítulo Un método de autoindagación y orientación personal.
Un puñado de arena. “El pensamiento verbal no permite ver la realidad completa; la tamiza. Impide percibir que lo que nos pasa es algo que viene de una situación anterior y se dirige hacia otra, algo dinámico, en movimiento. Que cualquier método que se utilice para conocer, representar o actuar sobre la realidad la limita, imprimiéndole las características del propio instrumento que se emplea. Como ocurre cuando vamos por una playa y recogemos un puñado de arena. Al abrir la mano veremos que la arena ha tomado la forma que nosotros mismos le hemos impreso. Lo mismo pasa con el mundo y la realidad que nos rodea, todo lo conocemos en términos verbales. Todo es oración lingüística, todo es mandato, calificación, valoración, sujeto y predicado que se suceden lineal y causalmente. Pero, la realidad ¿será tan limitada como la representamos?”, se pregunta Loisi.
Un antiguo libro de sabiduría. El primer paso, sostiene, es atreverse a poner en cuestión la forma de pensar que usamos y tratar de descubrir si existen otros modos de manejo del intelecto. “Después de veinte años de estudiar y buscar formas alternativas del uso de la mente, creemos que el I Ching constituye un excelente instrumento al servicio de una mayor conciencia y creatividad. I Ching, un antiguo libro de sabiduría que ha dado origen a toda la cultura china, ha servido como oráculo desde tiempos remotos y en Occidente comenzó a tomárselo seriamente a partir de su descubrimiento, allá por el siglo XVIII.”
Un sabio de papel. “I Ching, apunta Loisi, es un nombre compuesto cuya traducción a nuestro idioma sería, aproximadamente, el libro de los cambios. En cuanto a la palabra oráculo proviene etimológicamente del vocablo latino orare que quiere decir hablar, de allí que hayamos definido al I Ching como el libro que habla. Esta vendría a ser la más breve y sencilla definición de este antiguo oráculo. Un texto que tiene la extraña virtud de responder a todas nuestras preguntas. Desde que lo descubrimos, nuestra relación con el I Ching es una larga lucha por rescatarlo de la penumbra del esoterismo. Porque lamentablemente, para mucha gente, este libro maravilloso es sólo una suerte de bola de cristal para adivinar el futuro.”
Limitaciones del curriculum. Según el investigador, cuando lo consultamos por un problema, el libro de las mutaciones nos propone, antes que tener una imagen externa y pulida de la situación, lograr un contacto vital con ella. Ejemplificando, podríamos decir que antes que contentarnos con estudiar el curriculum de una persona, el oráculo invita a tener un diálogo directo con ella.
La puerta de atrás. “De todos modos, no nos contacta con “toda” la realidad, que es, en verdad, inefable, pero posibilita a la mente percibir aspectos del problema que el pensamiento verbal es incapaz de revelar. En rigor, la consulta permite visualizar un problema, graficarlo, con lo cual, se facilita el contacto con las energías propias de cada situación por la que estamos atravesando. De tal modo, se descubre, de pronto, que cada problema, más allá de la idea que nos hemos hecho de él, posee distintos costados, un arriba, un abajo, un frente y una puerta de atrás, etc. Lo que hace factible imaginar soluciones sumamente creativas e impensadas”, advierte.
Hay dos maneras de consultar el I Ching: la antigua, que se realiza utilizando un haz de 50 varillas de milenrama, una planta muy común en China y Europa y otra más práctica, que consiste en arrojar al azar tres monedas de cualquier rango. La intervención deliberada del azar en la consulta es importante, por cuanto éste constituye la puerta trasera de la conciencia humana. La única vía que nos conduce a esa zona neblinosa de nuestra subjetividad donde yacen las respuestas a todas nuestras preguntas.
Del procedimiento de la consulta, que obedece a cierto protocolo, surgen uno o varios hexagramas, que son apilamientos de líneas enteras o partidas semejantes a los números uno y cero del cálculo binario. I Ching es una colección de 64 grupos diferentes, ordenados en progresión matemática y a los que la tradición china le otorga ciertos significados, que a su vez se irán a combinar con las proyecciones hechas por los propios consultantes. De esta química surge la iluminación interior respecto al problema o cuestión sometido al Oráculo. Demás está decir que a la consulta sólo debe apelarse cuando precisamos encontrar soluciones creativas a ciertos conflictos que, a primera vista y mediante el razonamiento común, carecen de toda solución.
“Puede ocurrir, que cuando consultamos el oráculo nos señale hexagramas contradictorios. Es que el I Ching nos muestra la realidad como si fuese un objeto material, no como un discurso lógico. Con costados, aspectos y planos diferentes. Si tomamos una silla y la damos vuelta, nos mostrará su cara inútil. Parece la cara absurda pero en realidad es una parte importante de la silla, porque sostiene la parte útil, el asiento”, concluye Loisi.
Desafío. Osvaldo Loisi es abogado, escritor, docente universitario y fundador del Instituto de Estudios Interdisciplinarios sobre I-Ching. “Para el libro de los cambios todo, en el universo, está sometido a mutaciones constantes y los problemas humanos, no son otra cosa que conflictos generados por la acumulación de una energía destinada a fluir, lo mismo que en la acupuntura. Son realidades polifacéticas, cada desgracia es a la vez una oportunidad y viceversa. Vistas las cosas así, cada problema que se nos presenta es un desafío y una oportunidad de crecimiento.