Los Secretos del I-Ching (I)

por Osvaldo Loisi

1-5-1994

Un día, al finalizar uno de mis seminarios, una alumna se me acercó con el rostro francamente demudado. Era evidente que algo la angustiaba de manera particular. Me confesó que hacía ya varios años que estaba separada de su esposo. Que la separación se había efectuado sin inconveniente ninguno en los aspectos jurídicos y materiales. Pero que, no obstante ello, se sentía ligada interiormente a aquel hombre, situación que le resultaba penosa e injustificable, desde que era ella misma quien había solicitado el divorcio.

Quería consultar al I-Ching pero obviamente, no quería hacerlo en clase, en taller grupal. Necesitaba saber qué tenía que hacer para romper definitivamente con un lazo afectivo irreal que la atormentaba, sujetándola a un pasado que quería olvidar. Su caso me recordó aquellos versos de Neruda que dicen: "Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero / Mi alma no se contenta con haberla perdido". Es que en nuestra vida interior, no siempre parecen funcionar las razones lógicas y causales del sentido común. Día a día nos enfrentamos a contradicciones de este tipo que no sabemos cómo manejar.

La invité, pues, a que tirara las monedas y a penetrar en su problemática interior, teniendo en cuenta que las respuestas a todas sus preguntas estaban, en realidad, dentro de ella misma. Que sólo necesitaba de las insinuaciones del oráculo para salir a la luz. Lentamente fue delineándose el hexagrama Nro. 15, "Ch'ien", que hace directa referencia a La Humildad y a La Modestia. Debemos señalar brevemente, dentro de las limitaciones de este espacio, que I-Ching es una colección de 64 signos llamados "hexagramas", cada uno de ellos referido a determinadas situaciones de la vida. En este caso, el oráculo dio como dictamen específico la siguiente frase: "no ceder ante la tentación de la revancha o el exhibicionismo". La invité a meditar acerca de todo aquello que podía sugerirle esa frase. La dejé sola con sus pensamientos, porque toda intromisión desde afuera generalmente complica las cosas antes que facilitarlas. Ella parecía mantener un diálogo interior.

En realidad, siempre que pensamos lo hacemos como dialogando con nosotros mismos. Lo que pasa durante la experiencia oracular es que se objetiva, de alguna manera, ese proceso. ¿Qué estaba queriendo decirle el oráculo? La respuesta sólo podía darla ella misma. Luego de un rato, algo conmocionada, dijo lo siguiente: -"En verdad, sí reconozco en mí una encubierta necesidad de revancha. Y también un deseo de exhibir ante mi ex esposo que mi situación actual es ahora mejor que antes. Que ahora me puedo dedicar con más libertad a mi profesión y puedo ganar mi sustento sin su ayuda". El oráculo le estaba advirtiendo que por detrás de las apariencias, existía en ella una oculta voluntad de revancha que constituía la base de sustentación de su problema. Deseo que, aunque no manifiesto, se encargaba de mantener viva, en su interior, aquella relación ya extinguida.

Si existe una particularidad de I-Ching que lo hace verdaderamente un instrumento útil, es el permitirnos conocer, generalmente mediante una súbita iluminación interior, ciertos aspectos de nuestros problemas que permanecen ocultos a nuestra conciencia, aunque creamos verlo todo claro. Porque todo aquello que percibimos, vivimos, sentimos y pensamos, posee una parte visible, manifiesta, que se sustenta no obstante sobre otra porción oculta. Pasa como con las plantas, cuyo follaje crece en dirección de la luz, pero está sostenido por una raíz, que crece en dirección de las sombras. O como los icebergs, esas montañas de hielo que flotan en los océanos, de las que sólo vemos su parte visible pero sabemos que está equilibrada por otra porción, semejante o mayor, oculta bajo las aguas.

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