-"¿Cuáles son las limitaciones del oráculo? ¿Puedo, por ejemplo, preguntarle cómo incrementar mi creatividad?" Esto mismo me preguntó cierto día un periodista y escritor, que si bien poseía una de las tantas ediciones de I-Ching en circulación, no acertaba, no obstante, con su manejo e interpretación. Le dije que todo dependía de nuestra actitud interior, Que si hacemos la consulta con sencillez, sin malicia ni dobles intenciones, movidos por absoluta necesidad, entiendo que siempre surgirá la respuesta adecuada. Que si la pregunta es verdadera pregunta, existe ciertamente, en alguna parte del universo, una respuesta que le corresponda.
Claro que si planteamos las cosas como estamos acostumbrados a hacerlo, es decir, en términos de "verdad-falsedad", la conclusión nos puede parecer un tanto extraña. Pero I-Ching nos enseña a pensar de otra manera, sin que debamos abandonar, desde luego, las formas lógicas comunes. I-Ching nos dice que la realidad no solamente es como la pensamos, sino algo más: es energía. Y como tal, se comporta como los vientos o las aguas. Si se produce una baja de presión en la atmósfera y el aire se hace menos denso, en seguida acudirán allí, de alguna parte, otros vientos para llenar el vacío. Es una explicación simple, pero en eso consiste, básicamente, el movimiento de los vientos. Del mismo modo, allí donde exista una inquietud legítima, con seguridad hay en alguna parte algo que tiene la capacidad de colmarla. Consultar al oráculo consiste, en todos los casos, en buscar y alcanzar esas respuestas que sabemos que existen pero no sabemos dónde.
Aquél hombre me explicó que estaba pasando por uno de esos momentos, por demás conocidos en todas las profesiones, en que su creatividad parecía haberse esfumado. Notaba que comenzaba a repetirse a sí mismo y temía que ello significara el preludio de su decadencia intelectual. ¿Podría encontrar en I-Ching ayuda? ¿Sería posible revertir ese proceso? Recuerdo a propósito una frase de Luis Sandrini, aquel cómico genial, a quien tuve en una época la fortuna de conocer y tratar. Un día, hablando de los autores teatrales, dijo: "-Los autores trascienden cuando tienen algo que decir. Una vez que lo han dicho todo comienzan a repetirse". ¿Sería el caso de este hombre?
Parece natural que todo proceso de creación esté sometido a inexorable agotamiento. No obstante, la pregunta propuesta por él resultaba por demás justificada. Sería interesante saber si no existe algún recurso o técnica específicos para evitar ese agotamiento. Entonces, hicimos juntos la consulta. El oráculo señaló el hexagrama 33, cuyo nombre es "La Retirada". Su imagen sugiere la idea de sustracción, de quita de algo del lugar de donde se encuentra. Tradicionalmente, los antiguos chinos acuñaron este signo sobre la imagen de un ejército que se retira estratégicamente del campo de batalla.
Nuestro consultante, hombre bastante culto e ilustrado, enseguida asoció estos elementos con la idea de sacar algo de contexto. Y esto era, en realidad, la clave. Veamos: cuando un escritor, diseñador, creativo, etc. ve menguada su inspiración, debe tomar una idea cualquierea, aunque sea la más común. Debe aislarla de su contexto y trasladarla a otro contexto diferente. Así hace el general que, guiando un ejército, descubre que retirarse es más ventajoso que avanzar. Sale del campo, es decir, sale del contexto que lo lleva a la derrota y se traslada a otro según el cual él resulta mejor colocado.
Actuando de esa menera, comprenderá dos cosas: primero, que lo que tiene ahora ante sus ojos es algo diferente de lo que tenía antes. Es decir, ha "creado" algo nuevo partiendo de algo viejo. A principios de este siglo, un poeta chileno, Vicente Huidobro, uno de los fundadores de la escuela que se llamó "creacionismo", hizo de ese procedimiento de extrañamiento, su método predilecto de trabajo. Tomaba, por ejemplo, un verso vulgar como podría ser: "En la rama canta un pájaro", cambiaba la palabra pájaro por otra que no tuviera nada que ver con el tema, por ejemplo, "ilusión", y así formaba un verso nuevo que decía, sugestivamente: "En la rama, canta una ilusión". En segundo lugar, comprenderá, como ya lo dijera el rey Salomón hace tantos siglos, que "no existe nada nuevo bajo el sol".