- Discúlpeme, ¿puedo hacerle una pregunta?
- Sí, claro, dígame
- ¿Para qué sirve el I Ching?
- Para aprender a vivir
- ¿Y qué se entiende por aprender a vivir?
- Aprender a ser feliz, a solucionar fácil y con espíritu deportivo nuestros problemas
- Pero no entiendo. ¿Usted dice "con espíritu deportivo"? Hay problemas que son terribles, que no tienen solución posible. Creo que está de más mencionarlos.
- Bueno, esa es la primera lección que debiéramos aprender: a distinguir hechos y problemas. Los hechos no son problemas. Son de la Naturaleza y se imponen por sí mismos. Están fuera de nuestro alcance. Marcan el límite entre nosotros y el mundo: entre lo que podemos hacer y lo que no podemos hacer. Cumplen la función de ubicarnos frente a la realidad. Marcan la cancha -por así decirlo- para jugar el juego de la vida. Y en caso de ser golpes bajos, o extremadamente dolorosos, deben ser tomados como un serio reto a nuestra capacidad de aguante.
En cambio, el problema está frente a nosotros como un desafío a nuestro talento para encontrar soluciones. El problema es, en realidad, un juego al que hay que entrar con espíritu festivo, dispuestos a perder y a ganar, con la esperanza de salir finalmente gananciosos.
Confundir hechos y problemas, es fatal, porque nos califica como ganadores o perdedores para toda la vida, cercenando nuestra creatividad. En realidad, los hechos nos orientan y frente a los problemas, podemos ser ganadores o perdedores según aprendamos a solucionarlos o no.
Por supuesto que este Oráculo no es para todo el mundo. Sólo para quienes están desorientados o se sienten exhaustos y no cuentan con otros medios para superar su estado. Si usted cree que sabe vivir, o sabe lo que quiere en la vida, o ha encontrado la felicidad, entonces no necesita acercarse al I Ching. El I Ching existe para ayudar a las personas desorientadas o desesperanzadas.